7 jun 2012

Juegos De Guerra [1]

Capítulo 1 : "Jurgen, El Espadachín"


Hubo un tiempo, en que las guerras no daban tregua. Los combatientes marchaban condenados a la batalla sin ningún otro objetivo fuera de luchar y teñir los ocasos de vino tinto.

El espadachín Jurgen, avanzaba con cautela entre el alboroto de la guerra, su armadura se había transformado en pedazos de bronce colgando de todo su cuerpo, su cabello antes rubio ahora no era más que una mota enredada de color vino tinto de donde se desprendían gotas de color carmesí.

Uno a uno, veía como sus aliados iban cayendo, desde caballeros montados hasta martilleros. Jurgen había corrido mucha suerte, era el único espadachín que avanzaba, había visto la muerte muchas veces pero con su arduo entrenamiento logró superarlos a todos. Sus amigos se habían sacrificado por él y no iba a permitir que sus sacrificios fuesen en vano.


La espada de Jurgen goteaba detrás del cráneo de un demonio que había tenido la fortuna de crusarse en el rango del agotado espadachín. Con un esfuerzo notable empujó al demonio con una patada y liberó su espada para envainarla de nuevo.

Era el último de los que estaban a su alcance, respiró un momento y admiró el lienzo carmesí que había dejado tras de sí. Aquellos rostros en el suelo parecían congelados en ese momento dolor cuando fueron atacados a muerte.

-"Otra colección de rostros desfigurados para mis pesadillas en el infierno" pensó Jurgen, mientras tomaba un respiro.

Un respiro que casi le cuesta la vida porque gracias a sus reflejos, si apenas le rozaron en la cara  unas cadenas con cuchillas, que se tendieron en el suelo como títeres inertes luego de viajar por el aire como marionetas macabras. 

Jurguen siguió el camino de cadenas y encontró en su final al titiretero que las controlaba.  Un esqueleto animado, con una gigantesca espada que aullaba en el viento en su huesuda mano derecha, mientras que recogía la cadena que se aferraba en su brazo izquierdo.



Jurgen intentó mover su brazó pero sintió que algo le acariciaba. De repente, sintió como unas cuchillas se incrustaron en su piel y descubrió que el esqueleto no recogía su cadena, sino que las hizo treprar como serpientes sobre su brazo mientras que el espadachín estaba concentrado en los movimientos de su enemigo. Ahora estaba atrapado y el silencio volvió a reinar.

El esqueleto penetró el silencio  lanzando una carcajada  mientras arrastraba a Jurgen hacía su espada que se alzaba sobre su cabeza como guillotina inquisidora.


Continuará....

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