13 jun 2012

Juegos De Guerra [5]

Capitulo 5: "Piedras de Poder"


-¿Yo un simple humano soy tan importante para ganar esta batalla? Me perdonarás pero soy un tanto insignificante como para semejante reto.
-"No te subestimes, eres más importante de lo que crees y por eso te estamos protegiendo para que sigas avanzando" Replicó Alfein. 
-"¿A que te refieres con importante?" cuestionó Jurgen.
-"Hay un detalle de la Leyenda que no te he contado. Los Elfos no podemos ni siquiera mirar las piedras, a diferencia de ustedes los humanos somos menos resistentes pero equiparamos esa desventaja con magia. Las piedras contienen mucha magia y nuestros cuerpos colapsarían pues nuestra capacidad mágica depende directamente de nuestra capacidad física. Tal vez esto explique nuestra altura y corpulencia." Explicó Alfein
-"¿Y por que habrían de absorber la magia?" Siguió preguntando Jurgen.
-"No es algo que controlemos, al igual que las plantas se alimentan del suelo y producen aire fresco, las piedras se alimentan de la magia circundante y producen más magia. Es una fuente inagotable de mana. Por ello, para que la piedra sea manipulada necesita de un cuerpo virgen de magia. Los humanos son los únicos desprovistos de magia desde el nacimiento y como ves mi querido amigo eres el último espadachín humano de nuestra escuadra. La victoria depende de ti Jurgen" Finalizó Alfein
-"¿Qué pasará cuando encuentre una de las piedras?" Preguntó asombrado Jurgen.
Una lluvia de flechas empezó a caer antes de que el Elfo respondiera. Jurgen intentó cubrirse mientras Alfein con un movimiento de su mano invocó una ventisca que desvió todos los proyectiles.


 Alfein tomó del hombro al espadachín y susurró mientras concentraba energía en su cuerpo:
-"Este no es un buen lugar para explicar tu misión. Debemos retroceder, la reina te ha convocado."
Jurgen quedó sorprendido ante semejante solicitud real. Antes de que pudiese replicar algo alfein lo levantó en vilo sobre su espalda y en un segundo estaba viajando ligeramente como una pluma sobre el campo de batalla.

Antes de que Jurgen se diera cuenta de que habían llegado, Alfein ya estaba arrodillado y una resplandor dorado encandiló los ojos del espadachín.

Una voz celestial paralizó cada fibra del cuerpo de Jurgen:

-"Bienvenidos, Mis leales caballeros."
Continuará...

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